El relato, basado en las peripecias de la hormiguita Egolanda, posee un contraste entre el altruismo y el egoísmo. Con un lenguaje simple y objetivo, incita a reflexionar sobre valores fundamentales para una convivencia armoniosa, como el poder del amor, la fuerza del perdón, la importancia del diálogo, el calor de la fraternidad, el consuelo de la solidaridad y la alegría del trabajo frente a la violencia, el odio, la venganza y la dura frialdad de la indiferencia. Valora la riqueza de la experiencia que proporciona el servicio a la comunidad y conciencia a los niños de que nuestras acciones, propósitos y decisiones están sujetos a factores y circunstancias que no siempre están bajo nuestro control.
