¿Por qué todo el mundo insiste en eso de “gracias a Dios?” [...]
Esta era la pregunta que se planteaba Dulcemiel, una abeja inconforme con las expresiones de sus amigos del bosque, quienes siempre decían “gracias a Dios” al realizar su trabajo, en agradecimiento por los beneficios recibidos de la Providencia divina. Con un contraste entre la fe y la incredulidad, Dulcemiel: la abeja que no creía en Dios nos sumerge en una historia llena de situaciones que revelan el amor infinito de Dios, tanto en la vida de Dulcemiel como en nuestras vidas. Al igual que otras obras de la misma colección, esta constituye una preciosa lección, enmarcada por un sublime mensaje de confianza en Dios, nuestro Padre, y de reconocimiento a su solicitud como
Creador, que solo busca el bien de sus criaturas.
